miércoles, 30 de mayo de 2012

Invitación


Además del Rector y de la Vicerrectora, también os invito yo.

Para los que no vivís en Madrid os comento que la exposición pasará después a las universidades de Pamplona (¿Septiembre?), Alicante y Valencia (y puede que otras)

viernes, 25 de mayo de 2012

Por qué estudié Matemáticas


Estudié en Sevilla, hasta mitad del bachillerato, en la Escuela Francesa. El bachillerato en mi época duraba siete años, de los diez a los diecisiete. Luego me cambié a los jesuitas; primero  en Villasís y luego en Porta Coeli.

Mientras estuve en la Escuela Francesa, mis notas no destacaron especialmente sobre las de los demás compañeros, pero desde que llegué a Villasís empecé a sobresalir en matemáticas, instalándome finalmente en un diez perpetuo.

Creo que mis notas fueron el resultado de haber tenido en la Escuela Francesa un excelente profesor de matemáticas que se llamaba Don José Vadillo, del que carecieron mis compañeros de los jesuitas. En aquella época, por supuesto, no se me ocurrió esa explicación y, por desgracia, no estoy totalmente seguro de que su nombre fuera el que he dicho. Sin embargo recuerdo que vivía en Triana y tenía dos hijos; uno de ellos compañero mio de clase.

Cuando terminé el bachillerato, había que elegir carrera. Siendo bueno en matemáticas la lógica (?) decía que tenía que estudiar Ingeniero de Caminos. El ingreso en la Escuela de Caminos era el más difícil de todas las ingenierías. Los que querían ingresar en ella tenían que prepararse durante un mínimo de dos años en academias especializadas, básicamente en matemáticas. Teniendo en cuenta que, además, mi padre era Ingeniero de Caminos, la elección de carrera resultaba incuestionable.

Pero mi padre y yo decidimos que, en vez de ir a prepararme a alguna academia, lo que haría sería venir a Madrid, matricularme en Ciencias Exactas (solo había Facultad de Matemáticas en Madrid, Barcelona y Zaragoza), estudiar dos años, y presentarme al ingreso después.

Cursados los dos primeros años decidimos (mi padre y yo de nuevo) que sería bueno cursar también el tercero antes de presentarme. La idea era que mientras estudiaba Caminos podía irme matriculando de asignaturas sueltas en Exactas, y terminar teniendo dos carreras.

Pero cuando terminé tercero convencí a mi padre de que realmente lo que me gustaba eran las matemáticas, así que ¿para qué estudiar Caminos?

Supongo que a mi padre le hubiera gustado tener un hijo que siguiera sus pasos. Y lo tuvo. Mi hermano pequeño si estudió Caminos.

lunes, 21 de mayo de 2012

El misterioso caso de Don Marcelino

Don Marcelino Cifuentes y de la Vega, exjefe de la Casa del Rey, vive en Núñez de Balboa en un piso que está justo frente al mio. Todas las mañanas, a las once y media, le veo desde mi despacho, sentado en su butaca, leyendo el periódico junto a la ventana. También veo a Doña Victoria, su esposa. Doña Victoria tiene varios títulos nobiliarios y es pariente cercana de Su Majestad. Se sienta frente a su marido y se entretiene  haciendo punto hasta que él termina con el periódico y se lo pasa. Tienen tres hijos, dos de ellos varones, y diez o doce nietos que les visitan regularmente una vez por semana.

Todos los días, a las diez menos trece minutos exactamente, Don Marcelino sale a la calle. El portero, que habitualmente está fuera, barriendo su trozo de acera, le saluda con voz de bajo profundo: “Buenos días, Don Marcelino”, a lo que Don Marcelino contesta amablemente: “Buenos días, Ngomo”. Luego baja por la acera hasta llegar a la esquina y atraviesa Ayala; tuerce a la derecha y, por la acera de los pares, se dirige hacia Velázquez. El edificio de la esquina hace que lo pierda de vista, pero entre tres y cinco minutos más tarde vuelve a aparecer por la acera de los pares con el periódico en la mano, atraviesa de nuevo Ayala y, subiendo por su acera, llega al portal de su casa y entra.

Durante un tiempo no di importancia a su paseo matutino, que veía mientras consultaba el correo electrónico, pero un día me paré a pensar que, por el tiempo que tardaba, Don Marcelino compraba el periódico en el quiosco de la esquina de Ayala con Velázquez. Si lo comprara en un quiosco más lejano tardaría casi diez minutos más. Pero el quiosco de la esquina de Ayala con Velázquez está a la vuelta de la acera de los impares de Ayala. Para ir a él desde su casa, Don Marcelino no necesitaba atravesar ninguna calle. Y, sin embargo, atravesaba cuatro veces Ayala. Dos veces a la ida y dos a la vuelta.

Pensé que había algo en la acera de los impares que Don Marcelino procuraba evitar:  En la esquina con Núñez de Balboa hay una floristería; luego está la iglesia de los carmelitas, una librería religiosa y una residencia de ancianos, terminando, en la esquina de Velázquez con una tienda de trajes de novia. ¿No quería pasar por delante de la iglesia? No parece probable, ya que los domingos iba con su esposa a misa de doce y comulgaba.

¿Evitaba tropezarse con los mendigos que se colocaban en las proximidades de la iglesia? Hay una anciana, con falda larga y pañuelo en la cabeza, un poco agresiva: se pone delante, cortándote el paso mientras dice “Señor, señor, perdone, deme algo”. Y, si pasas de largo, te sigue unos pasos, insistiendo “Señor, señor, deme algo”. Hay también un chico rumano, que toca el acordeón junto a la puerta de un garaje que, cuando pasas por delante, te sonríe mientras dice simplemente “Buenos días”.   Pero, salvo los domingos en que, acompañados de algunos más, llegan más pronto, los días laborables solo aparecen por allí a las diez y media, después del paseo de Don Marcelino. 
  
Quizás, pensé, no trate de evitar algo en la acera de los impares, sino que haya algo que le atrae en la de los pares. ¿El escaparate del concesionario de Audi?  No me pareció muy probable: los coches del escaparate los cambian muy de tarde en tarde y, por otra parte, él tiene un Jaguar impresionante… ¿el escaparate de una joyería? ¿el restaurante? ¿un par de locales vacíos?…

Además… ¿Por qué iba a comprar el periódico a las nueve y cuarenta y siete si no lo iba a leer hasta las once y media? ¿Qué pasaba en Ayala poco antes de las diez?

Aprovechando que hacía  buen tiempo, bajé durante unos días a la calle, poco antes de que saliera Don Marcelino, situándome en lugares desde donde podía ver sin llamar la atención, pero no observé nada de particular: Don Marcelino no se paraba, ni dirigía su vista hacia los escaparates, ni saludaba ni hablaba con nadie.

Fue solo al tercer día, cuando iba a darme por vencido, cuando me di cuenta de que los tres días se había cruzado con la misma persona: una señora algo más joven que él, con una ligera cojera, pero que aún conservaba buena parte de la belleza que, sin duda, había lucido en su juventud. No se saludaban, ni desviaban la mirada, pero, a pesar de todo, decidí seguir a la señora para ver a donde iba: Atravesaba Núñez de Balboa y, al llegar a Castelló torcía a la derecha hasta un local casi esquina con Hermosilla. Era una tienda, que ella abría a las diez, donde vendía lámparas de mesa y pantallas que ella misma hacía mientras esperaba algún cliente.

Tenía un buen motivo para pasar por Ayala siempre a la misma hora, pero esto, por otra parte, indicaba que debía vivir cerca. Si viniera en un transporte público sería imposible tanta puntualidad. Así que decidí averiguar donde vivía, colocándome los dos siguientes días en lugares desde donde podía ver de dónde venía.

Resultó que vivía en Lagasca, casi esquina con Goya. Todos los días salía a la misma hora de su casa, subía por Lagasca, atravesaba Hermosilla, y continuaba por Lagasca para torcer en Ayala, recorrer tres manzanas, y bajar por Castelló hasta su tienda. Sorprendentemente, ella también hacía un recorrido más largo del necesario, ya que habría sido más corto llegar a su tienda de Castelló yendo por Hermosilla en lugar de por Ayala.

¿Era pura coincidencia o hacían los dos un recorrido extra y a la misma hora solo para cruzarse y verse al pasar en la calle Ayala?

No pude averiguarlo, así que dejé el tema hasta hoy. Hoy me he puesto a escribir sobre él porque al leer el periódico he averiguado quién era ella. Junto a una foto reciente y una de su esplendorosa juventud, el periódico le dedicaba una página entera con motivo de su fallecimiento, ocurrido el día anterior. Se trataba de una conocida supervedette de revista que había cosechado grandes éxitos y que dejó el mundo del espectáculo tras sufrir un aparatoso accidente de coche, tras el que hubo que amputarle una pierna. La ligera cojera que yo había notado se debía a que una de sus piernas era una prótesis.

Me quedé pensando si Don Marcelino haría al día siguiente su puntual recorrido. Pero enseguida supe que no. El ruido de unas sirenas hizo que mirara por la ventana. Una ambulancia se había parado frente a mi casa: Don Marcelino había sufrido un paro cardíaco mientras leía el periódico, y la ambulancia había llegado demasiado tarde. Don Marcelino había fallecido.


miércoles, 16 de mayo de 2012

La creación según Hawking


Stephen W. Hawking, en su "Historia del tiempo" escribe, al final de uno de los capítulos, las siguientes frases sobre la creación del universo: 


Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata únicamente de un conjunto de reglas y de ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas?... ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia?


Para un ateo, esta frase me pareció muy honesta, pero en su último libro, "El gran diseño", no solo expresa la opinión de que Dios es innecesario para explicar la existencia del universo, sino que afirma que no lo hizo. 


En mi opinión hay una gran diferencia entre decir que no hay razones científicas que apoyen la existencia de Dios –con lo que estoy de acuerdo-  y postular que la ciencia la excluye.

Permítaseme, aunque el significado de una frase puede variar al examinarla fuera de contexto, hacer un par de reflexiones sobre  las siguientes, que aparecen en su nuevo libro:

Dado que hay una ley como la gravedad, el universo puede crearse de la nada y lo hace. La creación espontanea es la razón de que haya algo en lugar de nada.

¿Qué es la “nada”? Es de suponer que es un “sitio” en el que no hay nada (aunque “antes” del big bang, si no existía el espacio, tampoco existía ningún “sitio”, y si no existía el tiempo, tampoco había un “antes”). Pero para Hawking, a pesar de que no había nada, parece que ya funcionaba la ley de la gravedad. Pero si no había materia ¿Qué hacía allí la ley de la gravedad? ¿No es más bien verdad que, al igual que el espacio y el tiempo, la gravedad comenzó a existir en el momento del big bang?  

La ciencia, tal como la entiende nuestra civilización occidental, estudia las leyes por las que se rige el universo, buscando la causa de cada efecto. ¿No es totalmente acientífico suponer que puede existir una “creación espontánea” sin una causa que la produzca? ¿Y puede ser la causa una gravedad que no existe hasta que se produce el efecto?


*

El árbol caido se explica por el filo del hacha. El leñador es innecesario.

El ciervo abatido se explica por la velocidad de la bala. El cazador es innecesario.

El poema se explica por la tinta de la pluma. El poeta es innecesario.

El universo se explica por la ley de la gravedad. El Creador es innecesario.


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AVISO

La exposición rememorativa del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid que anuncié en una entrada anterior se retrasa al 31 de mayo. Tendrá lugar en la sala de exposiciones del Centro de Arte Complutense, que está en la Ciudad Universitaria, plaza del Cardenal Cisneros, esquina a Juan de Herrera. Podrá visitarse hasta mediados de julio. En septiembre se trasladará a la Universidad Pública de Navarra, y en diciembre, a la de Alicante.  

sábado, 12 de mayo de 2012

Blnkg


Blnkg llevaba siglos alejándose de Blptv. Blptv era una zona en la que había demasiados bltns y escaseaban las ptkws. Y Blnkg era ya excesivamente grande, y necesitaba una ptkw para multiplicarse.

A Blnkg le había llevado tiempo decidirse, pero ya había elegido su ptkw. No era demasiado importante, pero su dorado resplandor le había seducido. Unos pocos siglos más y sería suya. Podría fagocitarla y utilizar su energía para escindirse.

*

Fue pura casualidad, pero Luisa Gómez, una astrónoma aficionada de Puerto Rico, estaba observando la estrella Kα-4275 cuando algo la ocultó. Y no era una nube. Ni tampoco alguna pieza de basura espacial, que en pocos segundos se habría apartado, permitiendo verla de nuevo. Tampoco se había “apagado”. Las estrellas no se apagan sino tras una gran explosión o disminuyendo muy lentamente su fulgor.

Pero no lo mencionó en su blog hasta una semana más tarde, al comprobar que Kα-4275 seguía sin ser  visible. Entre los seguidores de su blog había varios astrónomos aficionados, que inmediatamente buscaron la estrella sin encontrarla. Y pronto, el fenómeno fue estudiado en el Roque de los Muchachos, y otros observatorios importantes.

Lo primero que se detectó fue que todas las estrellas angularmente cercanas a la desaparecida Kα-4275 parecían haberse alejado de ella. La única explicación posible era que una enorme masa desviaba la trayectoría de sus rayos de luz.

Se llegó a la conclusión de que lo que ocultaba a la estrella era una gigantesca masa de materia oscura que se dirigía a una velocidad impresionante hacia el sistema solar. Su centro ocuparía el lugar del sol en 483 años.

Pero sus tremendos efectos gravitatorios empezarían a notarse mucho antes: tan solo dentro de 5 o, como máximo, 10  años.    

*

Jacques Boulanger y Sholomo Peres intercambiaron una mirada de sorpresa. Tras un año de acercarse a velocidad constante, la Gran Amenaza se había detenido. Incluso la NASA, varias horas más tarde, emitió un comunicado confirmando lo que todos los noticieros del mundo daban ya por seguro: Big Boy había dejado bruscamente de aproximarse.

Había sido un año frenético para la comunidad científica. Por un lado se estudiaban las posibles acciones para evitar la catástrofe: ninguna. Por otro se analizaban las consecuencias más inmediatas del acercamiento: la actividad solar, por ejemplo, era ya cinco veces mayor que la mayor históricamente registrada. Por otro, se quería aprovechar aquella ocasión única para conocer que era la materia oscura: se habían enviado ingentes cantidades de señales de diversas longitudes de onda, esperando, sin resultado, analizar las ondas reflejadas.

Pero también había sido un año frenético para el resto de los mortales. Por un lado estaban los que habían decidido que lo poco que les quedaba de vida había que aprovecharlo para disfrutarla al máximo. Por otro, los desesperados que, ante el temor de lo por venir, se suicidaban en masa. Y por otro los exaltados de las más diversas creencias, promoviendo sangrientas campañas de autopenitencia…

*

Por Blptv circulaban algunas historias sobre la existencia en algunas regiones del universo de seres inteligentes que no eran bltns, pero Blnkg siempre había considerado que eran simples leyendas del espacio. Por eso su sorpresa había sido mayúscula al descubrir que había inteligencia en un minúsculo planeta que orbitaba alrededor de la ptkw que había elegido.

Y frenó en seco.

Durante un tiempo se quedó parado, observando la inteligencia que había encontrado. Limitada, pero hermosa, como toda inteligencia.

Luego escogió otra ptkw y se dispuso a acercarse a ella en un viaje de siglos.

*

Los planetas no tienen boca, pero aún así una sonrisa agradecida y de despedida inundó la superficie de Gaia Pacha Mama.



sábado, 5 de mayo de 2012

El árbol de las letras


Nadie ha sabido contar el número de las estrellas. Ni el de soles gigantescos, ni el de pequeños cometas. Ni el de planetas gaseosos, ni el de sólidos planetas.  En muchos de ellos hay vida (agua, aire, fuego y tierra), pero solo en uno creció un árbol que, en lugar de hojas, tenía en sus ramas letras.

Y cuando sopla, el viento de otoño al árbol roba sus letras, que arremolinadas vuelan, y se posan en la tierra cuando al fin el viento cesa.

Caen sin orden las letras, pero a veces forman sílabas, y a veces, frases completas. 

“AMOR” se formó una vez, y el viento sopló enamorado. Y cuando amainó su fuerza, formó un hermoso poema. Hablaba de enormes galaxias, de soles ardientes, de enanas estrellas. De materia oscura, de enormes planetas, de errantes cometas. De planetas vivos, de plantas con flores, de salvajes bestias. De seres pensantes… y hasta de un poeta.

Y el poeta escribió versos, cientos de bellos poemas. Todos hablaban de amor, y muchos, de soles y estrellas. De agujeros negros. De áridos e inhabitados planetas. De pálidas lunas. De meteoritos veloces y luminosos cometas. De planetas vivos... Pero solo en uno habló de un árbol que, en lugar de hojas, tenía en sus ramas letras... 

Imagen tomada de "El efecto Galatea"